martes, 8 de octubre de 2013

'Cómo pedirle el cielo a quien lo tiene en sus ojos.'

Complicado lo llamo yo a dejar de mirar el cielo en tus ojos-y vaya cielo-. Difícil es no enamorarme de tu sonrisa en un solo suspiro o en menos incluso. Imposible contigo no es nada, no hay nada, contigo todo es posible, contigo todo lo puedo y conmigo no puede nada. Pero mírame, no quiero la luna o las estrellas, no pido  más que no salir de tu cabeza. Quiero adentrarme, ahí en lo profundo, en lo más oscuro, donde nadie pudo, ahí quiero clavarme. Al igual que tú te colaste en lo más hondo, donde ya pensé que no había ni un poquito de fondo. Mas necesito tu aliento en mi cuello después de una noche sin mi vestido con vuelo, con tu ronca voz en mi oído estremeciendo cada fibra de mí como nadie lo hizo. Qué mejor que despertar envuelta en un mar como velero parado contemplando mientras lo único que me permite no irme es tu constancia, tu abrazo y tus palabras- y eso que dicen que las palabras son vacías, qué llenas las tuyas a diferencia de las mías-. Mis letras solo hablan de ti, lo de la musa ya pasó de moda y ahora el único dios griego que perdura conserva tu nombre y apellidos y la manera de pasearse tus dedos entre mi pelo e incluso tus gemidos en mi oído tras una noche dejados en el olvido- y tan olvidados en el propio olvido-. No me digas que no vale la pena si solo el perderte me aterra, si mi vida a estas alturas te la regalo completa. No digas nada, bésame y calla. No permitas que se rompa el silencio que a tu lado no es un suplicio sino un regalo bendito. Que yo soy tuya y tú eres mío, que nadie sabe cómo apuesta para que no estemos juntos el destino y cómo falla sin permiso.

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