viernes, 11 de octubre de 2013

'Deja que me quede y nunca más me vuelva a ir, no me dejes ser solo a medias.'

Dispara, ya estoy muerto. Pues nada consigue asemejarse al suspiro de mi esfuerzo. Nada podrá destrozar jamás todo esto que llevo tan adentro. Ya aprendí que no sirve de nada ser frágil como el viento, ni correr tan veloz como el tiempo. O, espera, ¿tampoco era válido desaparecer en este cuento?
Arráncame la piel, tu esencia aún va a permanecer. ¿Ya te olvidaste del ayer? A mí me arrastra la vejez. Me consume sin saber que no hay nada que me alivie sino se trata de tu propio ser. Pues mírame, quien buscara perecer, quien se lastimara con frío desdén.
Hace mucho que se apagaron las fogatas. No temas que, las llamas, nunca cesan. Hay ceniza desde que era una novata, inexperta que jugaba, saltando al vacío llevando consigo la fe propia de una beata.
Añoraba tanto la adrenalina, desde antaño no se aparecía. Es cierto, mi corazón ardía, ya le perdí el temor a las arpías. Pues mil y una noche arrancaría, más que mil vidas, rechazaría cada fragmento de cocaína, si eso pudiese llevarme a tu lado, vida mía.

'Y tú podrías haberte encariñado de mis manías, y yo de tus vicios. Pero no.'


martes, 8 de octubre de 2013

'Cómo pedirle el cielo a quien lo tiene en sus ojos.'

Complicado lo llamo yo a dejar de mirar el cielo en tus ojos-y vaya cielo-. Difícil es no enamorarme de tu sonrisa en un solo suspiro o en menos incluso. Imposible contigo no es nada, no hay nada, contigo todo es posible, contigo todo lo puedo y conmigo no puede nada. Pero mírame, no quiero la luna o las estrellas, no pido  más que no salir de tu cabeza. Quiero adentrarme, ahí en lo profundo, en lo más oscuro, donde nadie pudo, ahí quiero clavarme. Al igual que tú te colaste en lo más hondo, donde ya pensé que no había ni un poquito de fondo. Mas necesito tu aliento en mi cuello después de una noche sin mi vestido con vuelo, con tu ronca voz en mi oído estremeciendo cada fibra de mí como nadie lo hizo. Qué mejor que despertar envuelta en un mar como velero parado contemplando mientras lo único que me permite no irme es tu constancia, tu abrazo y tus palabras- y eso que dicen que las palabras son vacías, qué llenas las tuyas a diferencia de las mías-. Mis letras solo hablan de ti, lo de la musa ya pasó de moda y ahora el único dios griego que perdura conserva tu nombre y apellidos y la manera de pasearse tus dedos entre mi pelo e incluso tus gemidos en mi oído tras una noche dejados en el olvido- y tan olvidados en el propio olvido-. No me digas que no vale la pena si solo el perderte me aterra, si mi vida a estas alturas te la regalo completa. No digas nada, bésame y calla. No permitas que se rompa el silencio que a tu lado no es un suplicio sino un regalo bendito. Que yo soy tuya y tú eres mío, que nadie sabe cómo apuesta para que no estemos juntos el destino y cómo falla sin permiso.

Contra el silencio de aguantar una caída tan despacio.

Contra el silencio de aguantar una caída tan despacio. Romper a reír me parece una buena forma de romperse en pedazos. Y, mientras tanto, aguardo intacta tu aliento o tu abrazo. Ya no recuerdo cuánto tiempo hace de tanto, cuánto quemaba cuando me di cuenta de que ya no estabas. Y ni siquiera estuviste mientras jugaba enredada en tus sábanas al despiste. En tu regazo, apartada del rechazo, evadiendo todo aquel llanto, cualquier sutura del espanto. Enraizada en tu cuerpo, como guerrero que lucha por su pueblo, sin llegar a pensar que puede acabar muerto. No levantes mucho los recuerdos, llevan enterrados mucho tiempo, una medida de tiempo parecida a lo eterno. Quien quiera arrancarlos tendrá que tener el coraje para pisarnos, aplastarnos, destrozarnos. Pero qué más da, ya estamos hechos pedazos. Yo, pedacitos de ti; tú, pedacitos de otras y ni un poquito de mí.