sábado, 1 de diciembre de 2012

Cuando era pequeña...

Era fácil llegar a casa feliz y sin ninguna preocupación. Era mucho más fácil cuando sabías que esas personas que querías estaban donde siempre habían estado y para ti, eso de perder a alguien era casi siempre una pelea por quién había ganado o cuál color era mejor con un amigo, pero que duraba apenas segundos. Pero nunca permaneces con esa edad tan inocente, por suerte o por desgracia. Vas creciendo y los cuentos que conocías ya no son tan bonitos como parecían ser. Encontrar al príncipe azul se convierte en una pesadilla, escapar de la bruja o el ogro es casi imposible porque las verdaderas brujas u ogros son personas que no dejan de hacerte daño nunca, el cielo es simplemente una especie de techo encima de nuestras cabezas y allí en las nubes no hay nadie saltando y siendo feliz como nos contaban cuando alguien se iba de la tierra, los sueños no siempre se cumplen y no hay hadas con varitas mágicas que te lod concedan, los muñecos no pueden moverse y jamás obtendrás respuesta de ellos, si te pierdes pocas personas te buscarán, los animales no hablan, no somos princesas como siempre nos decían y tampoco tendremos todo lo que queramos obtener como nos habían hecho creer. Lo peor de todo aquello quizá era lo de perder a alguien que quieres de la forma más trágica posible y sin ninguna señal. Cuando tenemos uso de razón, olvidar a alguien se nos hace tan difícil como dejar de respirar. Cuando somos pequeños nos dicen que esas personas son estrellas, que están alumbrándonos cada noche o que están en el cielo esperándonos. Pero, ¿qué es el cielo? Porque los niños imaginan a personas con alas, saltando de nube en nube, viéndonos desde arriba. Pero eso no es así, el cielo es simplemente aire y un poco de agua en estado gaseoso. Y las personas que se fueron no están ni estarán más.


No hay comentarios:

Publicar un comentario