jueves, 28 de junio de 2012

Nada ni nadie puede arrebatarte eso.

Cuando el corazón se ahoga en simples palabras y la razón deja de tener el control, es cuando te das cuenta de que te has vuelto completamente loca, que has perdido la cabeza, que puede ser que te hayas enamorado. Quizá sea su pelo, o esos ojos tan sumamente intrigantes, o su increíble sonrisa. O ni siquiera eso, sino las cuatro o cinco palabras que te suelta cualquier día, diciéndote que gracias, que qué guapa, que te quiere, que ya echaba de menos el hablar contigo, y así infinidad de frases que solo atienden a un objetivo, un objetivo que en realidad solo te influye a ti, y a aquellos que van a tener que curarte cuando te rompas. Pero eso que revolotea en tu estómago, eso que suelen llamar mariposas, cada vez que lo ves no cesa. Y el temblor de piernas cuando estáis solos hablando no quiere parar. ¿Acaso hay algo mejor que una sonrisa que justifique la tuya? ¿O que te diga que te quiere, y que te echaba de menos? Esas pequeñas sonrisas que esbozas leyendo eso no te las puede arrebatar nadie.


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