martes, 10 de septiembre de 2013

Sin importarme el ayer.

Me ahoga el silencio, no encuentro el remedio y me quema este frío.
Es hora de decir adiós, de partir con o sin el corazón, de no volver a sentir el quemazón.
Un mar de recuerdos, una parada en tu cuerpo, tan fugaz que quisiera gritar pero me falta el aliento.
Siento tal vacío, como si el tiempo hubiera huido, quedando mi alma y mi cuerpo vencidos.
Fracasé, me equivoqué, no logré sustituirte.
Amarrada al baile del viento, sin lograr para el tiempo, escapando del propio infierno.
Te intento olvidar como nadie ha de intentarlo, en una sola jugada apostando.
Alguien que me salve de mí misma, un callejón con salida, alguien que no deje pasar mi angustia.
¿A quién le gustan las despedidas? Leyes de la vida, sin ninguna lógica.
Y yo que nunca quise fumar, mírame calmando mi mono de ti en la soledad.
Olvidé soñar sin dormir, no recuerdo el sentido de vivir, se hace eterno sin ti.
La misma historia, la misma herida, sin memoria.
¿Qué mejor lugar que tus ojos para perderme hay? Ninguno, caray.
Prisionera de tus brazos, de tus labios, de tus manías, idas y venidas.
Pero me voy, sin explicar, sin responder y sin padecer. Sin importarme el ayer.

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