martes, 23 de julio de 2013

Pulseras Rojas.

-No dijiste nada más.  No hacía falta que dijeras nada más. Cuando se teme por la vida de una madre, las lágrimas tienen un olor muy diferente, fácilmente reconocible. Y, sin darme cuenta, aquel abrazo me unió a ti para siempre. Me dio la increíble oportunidad de cumplir la promesa que le hice a mi madre y no cumplí. 

A veces, el universo te permite corregir tus errores. Intenté cuidarte siempre que tu madre no podía, dedicarte todo el tiempo que ella ya no te podía dedicar y darte los consejos que ella ya no te podía dar.
El día que formasteis el grupo fue uno de los días más felices de mi vida. Sentía que la herencia de mi madre volvía a estar viva y que, de alguna, forma velaba por mis hermanos. 

+Gracias por todos estos años. A veces, olvido todo lo que has hecho por mí.

-No sé porqué lo hice, pero necesitaba tener un trocito de ella. La quería tanto. Nunca tuve el coraje de decir la verdad a mis hermanos. Nunca. A veces, la vida se complica por un error y ya no lo sabes corregir nunca más. Nunca más hasta el final de tu vida.  
Eres el hijo que nunca tuve. Eres la persona más inteligente y valiente que he conocido. Por eso te pido una última cosa, no hagas como yo. Cree en el grupo. Vuelve a unir a los pulseras.

Recuerda, no es triste morir, lo que es triste es no vivir intensamente. No lo olvides. 
Mi madre tenía razón. He encontrado una verdad, mi verdad. Te quiero Lleó.

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