-No, no puedo oírte hablar así porque se me cae un ídolo. Tú fuiste el primero que me dijiste que a la edad que uno tuviera tenía que jugársela y ahora, ¿eres tú el que te vas y sin decirles adiós siquiera?
+Puede ser que le diga adiós, Hilario. Pero no me puedo quedar, no me puedo quedar, de verdad.
-No quiero oírte decir eso. El testigo de mi boda no es ningún cobarde, eso no puede ser.
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