sábado, 18 de mayo de 2013

Apretó la sonrisa, pero era diferente.

Apretó la sonrisa, pero era diferente, no de esas que salen de dentro. Era esa sonrisa que todos quieren ver en tu interior pero que no investigan más allá de una curvatura de los labios. Esa sonrisa que sabía perfectamente que era por quien le faltaba, por la necesidad de sus brazos alrededor de su cintura y su barbilla en su hombro derecho. Podría volver a rebobinar mil veces cuántas noches lloró pensando que era perfecto y a la vez imposible y recordar todas las sonrisas cuando esa perfección le pertenecía. Y, ¿ahora qué? ¿Cómo hacerle entrar en razón al corazón para que dejara de llorar? Día y noche con sus canciones en mente, llamando al teléfono de casa solo para oír el buzón de voz que ambos habían puesto en un ataque de locura y risa y un millón de cosas que ahora solo le hacían querer huir de aquel lugar repleto de sus recuerdos. Huir lejos, donde olvidara todo, donde estuvieran solo ella y él, donde todo volviera a estar como siempre, donde el dolor no se hubiera presentado un día en su puerta llevándose a la razón de su felicidad. 
Ni siquiera podréis imaginar lo duro que era ir cada día a comprar flores y llevarlas a casa con la esperanza de que esas flores las hubiera traído él después de volver de un duro día de trabajo. Poner una películas y tumbarse en el sillón sin alguien que la abrazara era una muerte lenta y dolorosa, le necesitaba como al aire que respiraba y ahora solo le acompañaba una manta fría y una habitación enorme. Necesitaba su sonrisa al despertar y sus buenas noches envuelto en cosquillas antes de dormir. Su 'todo irá bien' cuando las cosas se torcían por parte de cualquiera de los dos al otro. Cuánto extrañaba equivocarse y que él riera y le diera un beso en la frente más tarde. Apenas pudo imaginar que echaría de menos hasta sus más pequeñas manías. Pero, ¿sabéis qué era lo peor? Que al final del día tuviera que coger ese ramo de flores al volver de un día agotador sin él, de una pesadilla, para llevárselas, para dejarlas junto a él esperando que desde algún lado él pudiera ver que aún le quería más que a nada en este mundo, que viviría siempre en su corazón. Lo más doloroso era saber que no había sido la típica pelea tonta de parejas, sino que había sido el destino y una señora conocida quienes le arrebataron a su amor, a lo único que le había encontrado cuando ella ni siquiera sabía que estaba perdida.

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