sábado, 22 de diciembre de 2012

No has llegado aún, ni siquiera sé dónde ubicarte.


No importa, quizá será tarde o temprano. Tal vez tenga que esperar mucho y ese tiempo se haga eterno. O en cualquier momento aparezcas cual tormenta de verano, que te hiela, que te sorprende, que te fastidia un día, que te hace pensar que podrías hacer otras cosas y de pronto termina con un arcoiris y sabes que valió la pena. O por lo contrario, serás como esas tormentas en invierno que son perfectas para pasarlas en casa junto a una película, cualquier tarde o bajo un grosor de mantas considerable en la cama.
La forma en la que llegues no importa siempre que tu propósito sea quedarte. A pesar de las disputas, de las lágrimas, de la desesperación e incluso más allá de la tentación.
La eternidad será corta respecto a los días que querré compartir contigo, el frío casi parecerá segundos para poder estar abrazada a ti, las sonrisas solamente serán capaces de transmitir una quinta parte de lo que puedo sentir y quizá me esté quedando corta.
Pero al final todo llega al mismo punto, razón de mis sonrisas y motivo por el que seguir feliz.

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